El ejemplo de Jesucristo con respecto al Sábado

30.08.2019

Algunas personas creen que Jesucristo quebrantó este Mandamiento. Es imposible que esta persona -de la cual dicen que quebrantó este Mandamiento- haya sido realmente el hijo de Dios. Porque nadie que haya proclamado ser verdaderamente el hijo de Dios podría haber actuado en contra de la voluntad del Padre. Esta persona no sería más que un pobre demente, un impostor. ¿Pero eso es realmente lo que dice la Escritura con respecto al Hijo de Dios? Veamos si es cierto.

Primeramente, tenemos que entender que Cristo nació sujetándose a la voluntad del Padre. Esa voluntad no tuvo origen en su nacimiento, sino que ya estaba dada desde antes de la fundación del mundo. (Efesios 1:8 y 9; Juan 5.30; 6:38). Parte de esa voluntad estaba expresa en los Mandamientos de Dios. (Salmos 40:8). Por esa razón, Cristo al nacer tuvo que adherirse a la religión judía y, de hecho, él era judío, por eso la Escritura dice claramente: «Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley...» (Gl. 4.4). Era imposible que Cristo se proclamara ser el Hijo de Dios transgrediendo los Mandamientos del Padre. Es más, Él mismo decía: «No penséis que he venido a abolir la ley y los profetas. No he venido a abolirlos sino a darles cumplimiento». (Biblia de Jerusalén. Mt. 5:17). Es necesario, sin embargo, recalcar que muchos han tratado de desvirtuar este versículo. Algunos creen que Jesús se refería a un cumplimiento definitivo en la que por fin se realizaría en plenitud aquello hacia lo que la ley conducía, de acuerdo al versículo 18 que dice: «porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido». Eso es lo que también tratan de decir algunas Biblias. Como, por ejemplo, la Biblia Latinoamericana traduce el versículo de Mateo 5:17 de esta manera: «No crean que he venido a suprimir la ley o los profetas. He venido no para deshacer, sino para traer lo definitivo». Sin embargo, eso no es lo que Cristo estaba tratando de decir. Jesús no estaba dando una ley nueva ni tampoco modificando la antigua, mucho menos dándole una forma definitiva, como algunos suponen. Él estaba explicando el verdadero significado de la moral contenida en la ley de Moisés y el resto del Antiguo Testamento. "La ley y los profetas", se refiere a todo el Antiguo Testamento por completo y no, únicamente, a una parte de ella. "Cumplir", se refiere aquí del mismo modo cuando una profecía tenía su cumplimiento. Cristo era el cumplimiento de la ley en todos sus aspectos. El cumplió la ley moral al mantenerse perfecto. El cumplió la ley ceremonial al ser la encarnación de todo lo que la ley prefiguraba. Cumplió también la ley judicial personificando la justicia perfecta de Dios. (Mt. 12:18, 20). Si Cristo no se refería a ello tendríamos que ignorar los versículos siguientes que dicen: «De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; más cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entrareis en el reino de los cielos» (vs. 16 y 20). Otros de los errores comunes, es creer que cuando Jesucristo dijo que Él era el "Señor del sábado", estaba haciendo énfasis que, con su llegada a la tierra, el sábado había perdido su validez. Veamos si esto es lo que Jesucristo enseñaba.

«Aconteció que al pasar él por los sembrados un día de reposo, sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas. Entonces los fariseos le dijeron: Mira, ¿Por qué hacen en el día de reposo lo que no es lícito? Pero él les dijo: ¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió hambre, él y los que con el estaban; cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no les es lícito comer sino a los sacerdotes, y aun dio a los que con el estaban? También les dijo: el día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el hijo del hombre es señor aun del día de reposo» (Mc. 2:23-28).

Por cientos de años de enseñanza rabínica, los judíos habían añadido numerosas tradiciones de restricción al Mandamiento original de Dios. Una de ellas consistía en prohibir cualquier viaje superior a 914.4 metros de distancia desde la propia casa, o lo que equivale a «camino de un día de reposo». (Hch. 1.12). Aunque a los viajeros se les estaba permitido por la ley, sino llevaban alimentos recoger espigas para sus sustentos (Dt. 23:24 y 25), los judíos muy meticulosos observaron que los discípulos de Cristo no solamente arrancaban sino que los restregaban con las manos. Esto fue lo que provocó reacción a los fariseos porque ellos veían esa conducta al trabajo de trillar, también prohibido por la ley, pero con fines de lucro (Éx. 34:21).

A estos el Señor les responde con desagrado, poniendo de manifiesto la falta mayor que ellos estaban cometiendo, pues decían ser celosos y perfectos guardianes de las Escrituras, ignorando las Escrituras mismas. Con todo esto, Jesús no se estaba excusando de ellos por haber transgredido el Mandamiento, sino que estaba restregándoles en sus propias caras la hipocresía que ello vivían de las Escrituras. Eran tan rígidos con sus reglamentos que se olvidan de la moral. Sus tradiciones estaban por encima de las Escrituras que se olvidaban del verdadero propósito original.

Al decirles Jesús que el sábado «fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo», daba a entender el verdadero significado de ese día. El reposo se hizo para el beneficio del hombre, para que en él pueda encontrar el verdadero refrigerio, observándolo como un beneficio y privilegio, no como una carga insoportable. El hombre no fue hecho para el sábado para estar poniéndole reglas rígidas como si de un objeto impecable se tratara. El hacer esto se caía en idolatría, pues no se estaría adorando al verdadero Dios, sino al sábado. Jamás Dios pensó que esto pasara, pero el hombre había cambiado los papeles, le estaban restando adoración a Él y dándoselo al sábado. A todo esto el Señor les advierte que él "es Señor aún del día de reposo". Con esto estaba afirmando que Él era mayor que el sábado, y, de esta forma, que Él era Dios. Basado en esa autoridad, Él podía regular el sábado de aquellas cosas que los hombres le habían impuesto, y, por ende, restaurar el verdadero propósito original del día de reposo, como también restaurar la verdadera adoración al único Dios.

Creer que Jesús al decir que Él era Señor del día de reposo se estaba refiriendo a que no se debía de guardar, o que Él cómo Señor de ese día podía hacer lo que se le venía en gana, es una idea absurda y un intento necio de querer decir algo de lo que la Escritura nunca dijo. Eso es violentar las Escrituras. Jamás Cristo dio a entender semejantes cosas en su predicación y conducta.

Otros, piensan que cuando Él hacía milagros en sábado lo hacía para mostrarnos que con su llegada el sábado ya no tenía su validez. Veamos si esto también tiene peso en las Escrituras. «Aconteció también en otro día de reposo, que entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y el, levantándose, se puso en pie. Entonces Jesus les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿Salvar la vida o quitarla? Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada. Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí que podrían hacer contra Jesús». (Lc. 6:6-11).

Como siempre, Jesús hacia sus milagros en sábado en la sinagoga, pero nunca lo vemos trasgrediendo este Mandamiento. Es más, Él siempre tenía por costumbre asistir a los días de reposo como obediencia al Mandamiento. (Lc. 4:16). Esta vez, los fariseos esperaban que el actuara para poder acusarle, por ese motivo la Escritura dice que le acechaban, lo que vendría a decir que lo provocaban, para hallar de qué acusarle. Jesús al conocer sus pensamientos maliciosos se levanta y le dice al enfermo que se ponga en medio para acaparar más sus atenciones y así poder desafiarlos con sus interrogantes. ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿Salvar la vida, o quitarla? Jesús se les queda viendo a todos para dar lugar a que respondan, pero nadie se atrevía a darle una respuesta. Este silencio significaba mucho para Cristo, pues era una oportunidad para contrarrestar las malas interpretaciones que los rabinos habían hecho del Mandamiento. Los fariseos se quedan callados, puesto que las preguntas del Señor los atrapaban y no podían cuestionarlo. Ellos sabían muy bien que, algunas veces, se les había escapado hacer algunas obras de bien, aunque a espaldas del pueblo en ese día. De manera que si respondían que sí se podía hacer el bien, no tenían la oportunidad de acusarlo, cosa que ellos esperaban hacer. Hacer el mal era cosa muy clara para ellos, pero el bien no lo tenían muy bien sabido. De manera que, el Señor, al sanar al enfermo en ese día les estaba enseñando que el sábado se había hecho para el beneficio del hombre. De manera que si de hacer el bien se trata, no se quebranta el Mandamiento; al contrario, se le está dando el verdadero sentido. (Mt. 12:11 y 12). Eso es lo que verdaderamente se desprende de todos los pasajes en donde el Señor hacia sus milagros en sábado. Nunca lo vemos quebrantando el día de reposo, como muchos suponen.

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